Sin biodiversidad no hay desarrollo sostenible

La biodiversidad no es un lujo ni un concepto exclusivo de ecologistas. Es la base funcional que permite a los ecosistemas sostener la vida y entregar los servicios esenciales para el bienestar humano, como agua limpia, alimentos, regulación del clima y salud. Su pérdida progresiva no solo debilita los equilibrios ecológicos, también pone en entredicho nuestras aspiraciones de desarrollo.

Este 22 de mayo, el Día Internacional de la Diversidad Biológica nos encuentra ante un dilema claro: actuar ahora o asumir el colapso gradual de los sistemas que sostienen a nuestras sociedades. El lema de este año, “Armonía con la naturaleza y el desarrollo sostenible”, refleja bien el desafío global. Si no transformamos nuestra manera de producir, consumir y relacionarnos con el entorno, será imposible cumplir las metas del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, aprobado en 2022.

Este plan internacional busca restaurar el 30 % de los ecosistemas degradados, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos e invertir más de 200 mil millones de dólares anuales en soluciones basadas en la naturaleza. Pero el tiempo apremia: en 2025 restarán solo cinco años para alcanzar las metas iniciales. A esta urgencia se suma un problema estructural: la inercia política y económica que aún prioriza beneficios de corto plazo sobre la sustentabilidad ecológica. Necesitamos políticas audaces, regulaciones eficaces y una articulación real entre los sectores público, privado y académico.

En Chile, las señales son evidentes. La fragmentación de hábitats, el cambio de uso del suelo y los incendios forestales —como los megaincendios de 2017 y 2023— han afectado profundamente la resiliencia de nuestros ecosistemas. De las 1.568 especies evaluadas por el Ministerio del Medio Ambiente, 960 están en categoría de amenaza. No es posible hablar de sostenibilidad mientras erosionamos la base natural del país.

En Campus Naturaleza UdeC hemos asumido el compromiso de entregar respuestas concretas desde el ámbito universitario. A dos años de su lanzamiento, el proyecto ha destinado, en una primera etapa, tres hectáreas a la conservación ex situ de especies nativas amenazadas del género Nothofagus (ruil, hualo y roble de Santiago), todas endémicas de Chile. Esta área dará origen al futuro Jardín Botánico UdeC.

Además, se han implementado programas de monitoreo comunitario del agua en alianza con la red internacional Global Water Watch y se realizan baños de bosque para promover el bienestar de la comunidad, tanto universitaria como penquista. También hemos impulsado acciones abiertas a la ciudadanía, como la intervención lumínica “Habitantes del Bosque”, que reunió a más de cinco mil personas en el Campanil de la Universidad. Estas experiencias, que solo son una parte de nuestra labor, sientan las bases para un modelo integral de conservación que combina participación ciudadana, investigación científica y educación ambiental.

Revertir la pérdida de biodiversidad exige transformar profundamente los sistemas que la han generado. No bastan buenas intenciones ni declaraciones globales. Necesitamos financiamiento sostenido, decisiones basadas en evidencia científica y una ética del desarrollo que reconozca los límites ecológicos del planeta. La armonía con la naturaleza no es una consigna: es la condición indispensable para el futuro sostenible que todos aspiramos.

Dr. Cristian Echeverría Leal
Director
Proyecto Campus Naturaleza Universidad de Concepción

© Imágenes propiedad proyecto Campus Naturaleza Universidad de Concepción
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